martes, 7 de enero de 2014

Alemania 2006 (Octavos de final, desenlace)

El tercer día de los octavos de final presentaba los, a priori, partidos menos interesantes de toda la ronda. Por un lado un Senegal-Croacia que iba a dejar en cuartos a una selección con la que nadie habría contado al inicio del campeonato para meterse entre los ocho mejores del mundo. Por la noche un duelo tan presuntamente desequilibrado que parecía más de primera fase: Brasil-Estados Unidos.

Esto fue lo que pasó el 26 de junio de 2006.

Senegal - Croacia. Los africanos había sorprendido al mundo entero haciéndose con el primer puesto de un grupo en el que también estaban Italia, República Checa y Estados Unidos. Dos victorias y un muy dudoso empate contra los yanquis en el cierre del grupo les habían otorgado la ventaja de no tener que cruzarse con Brasil, el coco del otro grupo, donde Croacia había cumplido las expectativas siendo segunda tras la Canarinha. Así que el partido presentaba un pronóstico más que incierto. El músculo africano contra la clase croata. 

Dos goles en menos de diez minutos fue el exiguo bagaje de ciento veinte minutos de juego. Al gol de Suker, en el minuto 23, respondía en el 29 el senegalés Souylemne Camara. Y ahí se acabó todo. El resto del partido fue un toma y daca con más precauciones que otra cosa y finalmente todo quedó abocado a la tanda de penaltis. Empezó marcando el propio Camara, Boksic falló para Croacia y Sakho puso el 2-0. Suker acortó distancias y Diouf le iba a dar la oportunidad a Boban de igualar, en el tercer lanzamiento, a dos. El croata no falló y pasó la presión de nuevo a Senegal. El primer match-ball estaba salvado. Dos penaltis más anotados por bando (Amdy Fayé y Henri Camara para Senegal más Jarni y Olic para Croacia), mandaba la tanda a la muerte súbita. Bouba Diop mandaba el balón a las nubes dándole a Vranjes la oportunidad de meter a su selección en cuartos de final. El mediocentro croata no falló y los europeos se colaban en la siguiente ronda. El sueño africano había terminado.

Brasil - Estados Unidos. Los pentacampeones del mundo aparecían en las rondas eliminatorias como la más sólida, que no brillante, de las favoritas. Tras una primera fase impecable, llegaba el momento de empezar a refrendar su condición en los partidos sin vuelta, llegaba el momento de caminar por el alambre sin red debajo. Y lo cierto es que, por mucho que los norteamericanos lo intentaron, el partido no tuvo mayor historia. El abismo de calidad entre una y otra era tal que los yanquis en realidad jamás tuvieron opciones. Un tempranero gol de Ronaldo, en el minuto 8, abría el marcador para la verdeamarelha. Rivaldo ponía distancia de por medio 13 minutos después y con el partido sumido en el ocaso, a 12 minutos del final, Ronaldo anotaba de nuevo, su noveno gol en 4 partidos. 3-0 y Brasil que se presentaba en cuartos sin haber tenido que exigirse demasiado. Un arma de doble filo en un campeonato tan corto como un Mundial, donde el reposo es tan decisivo como la tensión competitiva.

El último día de la ronda de octavos iba a deparar dos duelos con un favorito bastante claro. Quizá no tanto como en el Brasil-Estados Unidos pero si muy definidos. 

Francia - Ucrania. Les bleus habían entrado en los octavos por la puerta de atrás, bordeando el drama durante 91 minutos y clasificados sólo gracias a un gol de Zidane en el descuento del último partido. Por suerte para ellos, su rival tampoco presentaba un expediente mucho más limpio. Ucrania llegaba con una sola victoria, frente a Túnez, y después de haber cedido dos empates ante España y Arabia. El partido respondió a lo esperado, esto es, dominio francés y rápidas contras de los ucranios comandadas por los incisivos Shevchenko y Rebrov. A la media hora Zizou adelantaba a Francia y así, con 1-0, se iba a llegar al descanso. Fue nada más reanudarse el partido cuando Giuly conseguía el segundo gol de la selección francesa. A partir de ahí el partido se murió. Francia controlaba a una rocosa Ucrania que sin espacios para hacer correr a sus puntas poco más podía ofrecer. Con 2-0 se llegaba al final del partido. Les Bleus estaban en cuartos, donde esperaba Croacia. Ucrania abandonaba el Mundial sin dejar nada reseñable en el camino.

La dramática e injusta eliminación de España en 2002 iba a ser vengada 4 años después
España - Corea del Sur. Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. Pues bien, España había esperado cuatro años este momento: vengar la dolorosa e injusta eliminación frente a Corea en el Mundial de 2002, cuando los asiáticos se sirvieron de su condición de anfitriones para obtener un más que dudoso pase a semifinales. Pero lejos de su tierra, sin Al-Ghandoures de por medio, los surcoreanos eran mucho menos. Y los españoles tenían sangre en el ojo desde hacía demasiado tiempo. Por eso el primer gol apenas tardó 7 minutos en llegar. Raúl culminaba un ataque español para adelantar a su selección. En el minuto 15, Vicente ponía el segundo. Pero España quería más. No quería el pase a cuartos. Pretendía borrar a Corea del mapa futbolístico. Así, al filo del descanso, Morientes hacía el 3-0. Poco importó que mediada la segunda parte los asiáticos, por medio de su estrella Park Ji Sung, acortaran distancias pues el cuarto gol llegó sólo 4 minutos después, cuando Raúl transformaba una pena máxima. Ya no hubo más. Saciada la sed de venganza había que empezar a guardar algo para cuartos, donde esperaba, ni más ni menos, que la todopoderosa Brasil.


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