domingo, 16 de febrero de 2014

PES LEAGUE 2006/2007, La previa

Qué yo recuerde todo empezó por Lahm.

Como ya conté en el primer post sobre el Mundial, en aquel lejano e intenso verano de 2006 yo andaba algo desconectado del fútbol y, entre los muchos motivos que puedo apuntar, uno de ellos era la travesía del desierto en la que andaba sumido mi equipo, el Real Madrid, desde hacía un par de temporadas al menos. Con la Era de los Galácticos en su ocaso total las nuevas incorporaciones tampoco invitaban a la euforia. Sí, había un nuevo presidente pero casi provocaba más escalofríos que suspiros de alivio. Sí, con él venía de la mano uno de los iconos del madridismo de fin de siglo, Mijatovic, pero levantaba demasiadas dudas sobre su capacidad como director deportivo. Sí, llegaba con ellos un reputado entrenador, Capello... justo el único entrenador que había conseguido que yo desease ver perder al Madrid, unos 10 años antes, en su primera etapa. Y en el apartado de incorporaciones meramente deportivas sólo dos fichajes de cierto prestigio: Cannavaro y Van Nistelrooy. El primero pasaba por ser el mejor defensa del mundo, así había sido proclamado en el reciente Mundial. Pero era eso, un defensa. El otro era un delantero de 30 años que mezclaba cifras anotadoras escandalosas en la Premier League con un expediente médico que se asemejaba al de un combatiente de la Gran Guerra y un par de turbios episodios de indisciplina, tanto en el Manchester como en la selección. Así que a los madridistas sólo nos quedaba volver la vista a la Vieja Guardia, los que estaban antes de los Galácticos, los que seguían allí después: Casillas, Raúl y Roberto Carlos. El primero, con 25 años, ya estaba consolidado como uno de los mejores del mundo, el segundo había cerrado su peor temporada en cuanto a cifras anotadoras desde que había debutado allá por noviembre de 1994 y el tercero, con 33 años, parecía afrontar ya la recta final de su carrera, sobreviviendo sólo gracias a su prodigioso físico.

Lahm al Madrid: fichaje histórico
...y fue pensando en éste último, en mitad de un partido cualquiera de la selección alemana de aquel primer PES Worldcup cuando se me encendió la bombilla: "Lahm sería un buen sustituto de Roberto Carlos en el Madrid". A partir de ahí la idea de un Madrid rejuvenecido, con jóvenes sedientos de gloria y títulos, sin vicios adquiridos, fue cobrando cada vez mayor peso. Y mientras desgranaba los partidos de aquel campeonato fui uniendo nombre al del prodigioso lateral ambidiestro del Bayern: Messi, Gerrard, Drogba, Shevchenko, Robben, Van der Vaart, Ibrahimovic, Henry, Totti, Kaka', Ballack... Obviamente no todos ellos iban a acabar jugando en Chamartín pero con 3 o 4 que lo hiciesen más los emergentes Cicinho, Robinho o Ramos y la recuperación para la causa de mis dos jugadores favoritos de la Era Moderna del madridismo, Redondo y Zidane, tendría un equipo nuevo, tan competitivo como ilusionante.

Pero un momento. ¿No era esto a lo que había jugado hasta entonces en todas y cada una de las ediciones del PES? ¿Y no era además una prolongación de los años gloriosos, ya pasados, del PCFútbol? Convertir al Madrid en una especie de All-Star mundial a golpe de talonario y arrasar durante 3-4 temporadas, ganando todos los torneos y batiendo todos los récords, justo hasta que saliese la nueva edición del PES... para volver a empezar el ciclo en una especie de bucle eterno de ilusión-aburrimiento. El plan no era nada seductor, la verdad.

Por otro lado, la disputa del I PES Worldcup me había dejado tan buen sabor de boca que no tardé en atar cabos y comprender que sólo había una manera de conseguir que aquel renovado y rejuvenecido Real Madrid tuviese ante sí un reto a la altura de las circunstancias: iba a disputar una temporada completa... con todos los equipos.

Reharía las plantillas a mi antojo, traspasando jugadores de un lado a otro sin más límites que aquellos que me impusiesen mis propios caprichos, recuperando a las viejas glorias que mi arbitrario criterio decidiese. Como base del campeonato y dado que la edición del PES con la que contaba era la correspondiente a la temporada 2005/06, tomaría el calendario de ese año. En cuanto a los equipos participantes en la I Edición de la Copa de Europa-PES opté por designarlos a dedo. Acababa de volver de mi viaje a los Alpes, el mes de agosto se precipitaba a toda velocidad hacia el futuro y no podía perder más tiempo puliendo nimios detalles que ya tendría tiempo de limar en el futuro.

Así, el 9 de septiembre de 2006, con el trazo grueso de lo que habría de ser la I PES Season trazado, Valencia CF y Real Betis saltaban al terreno de juego de Mestalla para disputar el primer partido oficial de la temporada. Un solitario gol de Aimar, mediada la segunda parte, iba a darle a los chés su primera victoria y, aunque entonces no lo sabía, aquel se iba a convertir en un gol histórico, el primero de miles que habrían de llegar en los siguientes años.

El regreso del hijo pródigo: Rivaldo en Riazor, capítulo 2
Nueve partidos más tarde Villarreal y Atlético Madrid compartían el primer liderato de la temporada. Los primeros después de vencer 0-3 en El Sadar; los colchoneros después de hacerlo por idéntico marcador, éste en casa, al Real Zaragoza. Rivaldo, flamante hijo pródigo retornado a Riazor, conseguía el primer hat-trick de la historia de las PES Leagues en la victoria por 1-3 en Son Moix. Lizarazu, también retornado a San Mamés, se convertía en el primer jugador expulsado.

En el verano de 2006 muchas cosas importantes sucedieron en mi vida, de las cuales alguna ya ha quedado reseñada aquí. Si entonces me hubiesen preguntado sobre cual de todas esas cosas iba a estar escribiendo casi 8 años después, lo último que hubiese pensado es que iba a hacerlo sobre ese campeonato que acababa de empezar una tarde de sábado cualquiera. Porque sólo iba a ser una forma de pasar el rato. Sólo eso...

Resultados y clasificación tras la primera jornada de la I PES League

martes, 28 de enero de 2014

Alemania 2006, el desenlace

...y llegó el momento decisivo de la Copa del Mundo de Alemania 2006. El 4 de julio, mientras el sol derretía el asfalto de las calles y yo ultimaba los detalles de mi inminente viaje a Francia a seguir el Tour de Francia, Portugal y Francia, nuestros vecinos, saltaban al césped del Westfalen de Dortmund dispuestos a dirimir quién de los dos merecería estar cinco días después en Berlín.

Portugal - Francia. Nuestros vecinos del oeste llegaban lanzados. Eran la revelación del campeonato, habían dado cuenta del anfitrión y todo lo que consiguieran a partir de ahí ya estaba de más. Sólo el Campeón habría logrado más que ellos. Por su parte la Francia de Zidane, Henry, Anelka, etc... cargaba con el peso de ser la favorita. Un favoritismo que amagaba una y otra vez con derrumbarse pero que hasta ahora no lo había hecho. Y nuestros vecinos del norte se mostraban cada vez más sólidos, sin brillo pero eficaces. Demoledores. 

Zizou, la Leyenda
Grandes jugadores en la Historia ha habido muchos, centenares. Genios no tantos. Leyendas que decidan campeonatos puede que no llegue a la decena. Y sobre el césped del Westfalen había una y era francesa: Zinedine Zidane, probablemente el jugador más plástico que jamás pisó un campo. El Muhammad Alí del fútbol. Vuela como una mariposa, pica como una abeja. A los 8 minutos ya había hecho dos goles y había mandado a Portugal a la lona. En menos de diez minutos Francia había sentenciado su semifinal y aunque los portugueses intentaron rehacerse todo fue en vano. Quaresma, que había entrado por Futre en la segunda parte, logró meter algo de miedo en el cuerpo a Les Bleus pero en la recta final del partido, un maravilloso pase entre líneas de Zidane a Giuly habilitaba a éste para que hiciese el definitivo 1-3. Francia estaba en la final, Portugal se iba de Alemania con la cabeza bien alta. 



Argentina - España. La segunda semifinal también tenía parecido signo: un claro favorito con el peso de una historia en sus espaldas (Argentina) y una revelación que, teniendo la sensación de que por fin había llegado donde merecía estar, tampoco parecía poder llegar mucho más allá (España).

Sin embargo, y a pesar de que sobre el césped del Olímpico de Múnich también había un par de genios, uno en el ocaso de su carrera (Maradona), otro emergiendo (Messi); el partido fue mucho más igualado. Sin nadie que se apoderase del centro del campo (titánica lucha entre Redondo y Xabi Alonso por el control de la zona de creación), el partido fue ganando en precauciones a medida que pasaban los minutos. Ya se trataba de no perder la oportunidad de ganar. Y daba la sensación de que un gol lo mandaba todo al traste.
Messi, ¿el nuevo Diego?

Así se llegó al final del partido. Con un raquítico 0-0 en el marcador. España jugaba su segundo partido de 120 minutos en cuatro días. Y eso se dejó notar en la prolongación. Los nuestros se vinieron abajo físicamente, aparecieron los espacios... y los genios. Maradona sirvió un balón al espacio a Messi que ganó la carrera a la defensa española, Casillas salió y Messi envió el balón al fondo de la red. 1-0. Habían pasado 9 minutos de la primera parte de la prórroga y España no supo rehacerse. Argentina se apropió del balón y dejó que el reloj corriese. El sueño español, como el portugués, moría ahogado en la orilla. Argentina jugaría la final contra Francia.

España - Portugal. El tercer y cuarto puesto, probablemente el partido más cruel e innecesario de todos cuantos se disputan de manera oficial en el mundo del fútbol, sólo sirvió para poder ver a los jugadores de ambos equipos que no habían participado en el Campeonato y para que la selección española consiguiese su mejor clasificación de siempre después de que un gol de Yeste en el minuto 57 le bastase para imponerse a una Portugal sin Figo, ni Rui Costa, ni Deco, ni Cristiano, ni Futre... España, tercera, había superado su logro de 1950 pero se había quedado con el sueño a medias.


LA GRAN FINAL
FRANCIA - ARGENTINA.

El partido de los partidos. Probablemente el acontecimiento deportivo más importante de todos cuantos se pueden disputar: la final de un Campeonato del Mundo de Selecciones. Y en este caso se trataba de una final inédita. Los franceses, campeones en 1998, se presentaban en su segunda final con el mismo bloque, básicamente, que entonces. Los argentinos, con un palmarés más lustroso (campeones en 1978 y 1986; subcampeones en 1930 y 1990) jugaban su quinta final pero aparecían en ella 16 años después de haber perdido frente a Alemania la última. 20 después de su último título. ¿Sería la segunda de Zidane y compañía o la tercera de los sudamericanos?

Nota: Para esta final puse en marcha, de manera excepcional, un sistema de disputa que no he recuperado hasta la presente campaña, la 2013/14, consistente en disputar medio partido con cada equipo. Por sorteo, empecé jugando con Francia.

Sobre el césped del Olímpico de Berlín, la mayor concentración de estrellas del planeta: Zidane, Henry, Anelka, Thuram, Ribery, Vieira... del otro lado los Maradona, Messi, Redondo, Batistuta, Tévez, Ayala... El combate prometía ser épico.

La final empezó siendo de Francia. Sabedor de que tras la reanudación asumiría el control de Argentina, quise dejar encarrilado el partido para nuestros honorables vecinos antes del descanso. Así que de salida me lancé en tromba sobre la puerta de Abbodanzieri. Y a los 24 minutos, un barullo en el área era resuelto, con su habitual elegancia por Henry. 1-0. Pero no hubo más goles y así se llegaba al descanso y por tanto al cambio de guardia. En la reanudación había que repetir táctica pero esta vez con Argentina. Lanzarse en tromba en busca del empate sin descuidar la defensa. Un 2-0 habría supuesto el final de la albiceleste. Pero poco hubo que esperar pues a los 4 minutos de la segunda parte Batigol conseguía su cuarto tanto del campeonato y ponía el 1-1 en el marcador. La final empezaba de nuevo con dos matices: por un lado sólo quedaban 40 minutos, por otro lado yo manejaba a Argentina. Mal se tenían que poner las cosas para que estos no acabasen saliendo campeones. 

Pero el partido fue duro, el miedo a perder se apoderó de los dos y de repente el fútbol de ambos se volvió espeso. Tanto que hasta dejaron de crearse oportunidades de gol lo que no hizo sino incrementar la certeza de que un solo tanto decidiría el Mundial. Y por eso se llegó con 1-1 al final del partido. Prórroga. De nuevo retomaba el control de Francia, al menos durante la mitad del tiempo suplementario. Y fue a 4 minutos de la conclusión de esta primera parte cuando Zidane, siempre Zidane, hacía, con un disparo desde fuera del área, el segundo gol de Francia, el tercero suyo entre final y semifinal. Argentina no logró, en los 15 minutos último y pese a sus intentos desesperados, igualar el partido y cuando el colegiado pitó el final, medio estadio estalló de júbilo. La mitad francesa. El segundo mundial de Les Bleus era una realidad. La selección que había estado eliminada cuando se había cumplido el tiempo reglamentario del último partido de la fase de grupos, levantaba ahora el trofeo de Campeones del Mundo. Y en medio de todos ellos la figura, cada vez más inmensa, de Zinedine Zidane, convertido en el nuevo Rey del Fútbol Mundial.

El amo del fútbol mundial, coronado por 2ª vez


domingo, 26 de enero de 2014

Alemania 2006 (Cuartos del final)

Soy de los que piensa que los verdaderos campeonatos, ya sean estos Champions League, Eurocopas o, como es el caso, Mundiales, empiezan a partir de los cuartos de final. En cualquiera de estas competiciones es difícil, por no decir imposible, encontrarte con más de ocho grandes favoritos de modo que todas las rondas previas en realidad sólo sirven para separar el grano de la paja, para ganarse el derecho a ser considerado uno entre los mejores. Pero a partir de cuartos de final, la cosa cambia y ahí ya sí que, siendo favorito, jugando bien y haciendo todo lo posible te puedes ir a la calle porque lo normal es que te encuentres con un rival de un nivel muy parecido al tuyo. Algo así fue lo que sucedió en unos intensísimos y muy dramáticos cuartos de final del Mundial de Alemania 2006. 

Alemania - PortugalLos anfitriones habían ido solventando sus partidos sin muchas complicaciones pero a la vez con escaso brillo, con una eficacia y una ausencia de lírica muy germana, vaya. Justo lo contrario que sus rivales íberos, que llevaban viviendo en el alambre casi desde el primer minuto del Mundial. Esa ausencia de tensión competitiva en unos y de exceso en otros iba a acabar siendo mucho más determinante de lo que podría esperarse a priori de la eliminatoria más desequilibrada de los cuartos de final. Nada más empezar el partido, en el minuto 4, Pauleta ponía el corazón en un puño a un país entero. A dos, realmente, uno de angustia, el otro de esperanza. En el Olímpico de Berlín se mezclaba la incredulidad con la confianza ciega en el poderoso ataque de su selección. Pero los minutos pasaban, Alemania dominaba, creaba oportunidades... pero el gol no llegaba. Y lo peor es que los portugueses con Figo, Cristiano Ronaldo, Futre y Rui Costa creaban pavor a la contra. La eliminatoria se acercaba a su ocaso cuando Klinsmann remataba a la red, por fin, el gol del empate. Quedaban 12 minutos más el descanso y un remanso de paz recorrió Alemania entera. Die Mannschaft tenía casi un cuarto de hora para mandar a los insolentes portugueses a la lona. Y en cualquier caso les bastaría con la prórroga para ponerlos de rodillas.

Pauleta, héroe nacional.
Soberbia. Lo que sucedió a continuación sólo puede explicarse como un pecado de soberbia. Alemania confió en que Portugal iba a caer como fruta madura y se relajó. Y lo que sucedió es que Pauleta, a 6 minutos del final, volvía a adelantar a Portugal. 1-2. A partir de ahí las prisas, malas consejeras, ya se sabe. La precipitación, la angustia de decepcionar a una nación entera. Y no una cualquiera. No. A Alemania. No hubo lugar para más. El tricampeón del Mundo, país anfitrión y megafavorito había caído. La gran sorpresa del campeonato, el Berlinarazo se había consumado: Portugal era semifinalista.

Croacia - Francia. La semifinal nocturna de aquel histórico 30 de junio de 2006 no iba a deparar tanta carga dramática, no había manera de que así fuese. Cierto que Francia partía como favorita pero con un pronóstico mucho más igualado porque lo cierto es que Croacia había jugado mejor hasta ese momento y que les bleus habían ido dejando muchas dudas por el camino, sobre todo en la fase de grupos. Sin embargo llegadas las eliminatorias parecían empezar a carburar. Pronto, muy pronto, a los 9 minutos, se adelantaron con un gol de Henry y aunque Croacia intentó remontar lo cierto es que Francia empezaba a mostrar la solidez de los equipos campeones. Sabiéndose superior dejó que el reloj y el partido corriese a su favor y mediada la segunda parte Anelka lograba el segundo gol que a la postre fue el definitivo. Francia, en clara fase ascendente se plantaba en semifinales sin haber hecho gran cosa. Croacia, por su parte, había adolecido de pegada en los momentos decisivos y, aunque dejaba una buena sensación, firmaba nada más que una correcta aparición por el Mundial. Sin nada que reprocharse pero sin nada de lo que vanagloriarse. 

¿El penúltimo vuelo del Diego?
Suecia - Argentina. Era la otra eliminatoria desequilibrada. Argentina se había mostrado irregular, alternando momentos verdaderamente brillantes (Costa de Marfil y a ratos Holanda) con momentos de profunda zozobra (Serbia). Suecia, por su parte, se agarraba a su emergente estrella, Zlatan Ibrahimovic, para confiar en un pase a semifinales como en el 94. Y al igual que las dos eliminatorias del día anterior, ésta también iba a empezar con un madrugador gol. A los 9 minutos Maradona adelantaba a los argentinos. El Genio iba a firmar su mejor partido del Mundial con un doblete en menos de media hora pues en el minuto 29 hacía el 0-2. Si levantarle un gol a Argentina en un Mundial ya es tarea ardua, hacerlo con dos se antoja casi una labor épica. Pero los suecos no bajaron los brazos y perseveraron. Y mediada la segunda mitad tuvieron su premio. Ibrahimovic acortaba distancias e insuflaba una leve esperanza en sus compañeros, en sus aficionados y en sus paisanos. Más o menos lo que tardó Batigol, Gabriel Omar Batistuta, en finiquitar la eliminatoria con el tercer gol de los argentinos y también el tercero suyo en el campeonato. Ahora sí, Suecia claudicaba y una eufórica Argentina se presentaba en semifinales donde le esperaba el vencedor de la última eliminatoria.

Brasil - España. Los nuestros contra la pentacampeona y, junto a Alemania, máxima favorita al trono mundial. Los nuestros contra Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho, Roberto Carlos. Pero sobre todo, los nuestros contra la maldición de cuartos. ¿Había algún motivo para creer? A priori ninguno. Corea, Italia, Yugoslavia, Bélgica... demasiadas decepciones en el pasado contra equipos mucho peores como para confiar en que esta vez fuese diferente. Y sin embargo pronto pareció que esta vez sí podía serlo. España tuteaba a Brasil. Vicente y Joaquín eran dos puñales en las bandas y Morientes y Raúl dos tanques en la delantera. Tanto es así que mediada la primera parte el valenciano hacía su segundo gol del campeonato y adelantaba a España. 0-1. ¿Esta vez sí? Brasil se rehizo en el vestuario, tanto que en el primer minuto de la segunda parte Ronaldo ponía el 1-1 y de paso su décimo gol en cuatro partidos y medio. A partir de ahí el partido devino en drama. Daba la sensación de que se había convertido en un quienmetagana, tal era el vértigo con el que parecían jugar los dos. La buena noticia era que Brasil estaba, al menos, tan asustada como España. La mala, que era Brasil. 

Alonso contra los complejos
El miedo acabó mandando el partido a la prórroga. Y mucho me temo que el miedo habría mandado el partido a los penaltis si en el minuto 97 Raúl no hubiese sido zancadilleado dentro del área. El árbitro no dudó y pitó penalty. Xabi Alonso lo puso en el fondo de la portería brasileña. Nos separaban 23 minutos de la primera semifinal en un Mundial desde 1950 (y entonces no fueron semifinales sino una liguilla de cuatro equipos). Nos separaban 23 minutos del sueño nunca cumplido de varias generaciones de aficionados: ver a los nuestros en unas semifinales de un Mundial. El gol de Brasil nunca llegó y los españoles celebraron sobre el césped el pase a unas semifinales que tan injustamente les había sido robado en el pasado y que tan merecidamente habían conseguido en el ya histórico Commerzbank-Arena de Frankfurt. 

martes, 7 de enero de 2014

Alemania 2006 (Octavos de final, desenlace)

El tercer día de los octavos de final presentaba los, a priori, partidos menos interesantes de toda la ronda. Por un lado un Senegal-Croacia que iba a dejar en cuartos a una selección con la que nadie habría contado al inicio del campeonato para meterse entre los ocho mejores del mundo. Por la noche un duelo tan presuntamente desequilibrado que parecía más de primera fase: Brasil-Estados Unidos.

Esto fue lo que pasó el 26 de junio de 2006.

Senegal - Croacia. Los africanos había sorprendido al mundo entero haciéndose con el primer puesto de un grupo en el que también estaban Italia, República Checa y Estados Unidos. Dos victorias y un muy dudoso empate contra los yanquis en el cierre del grupo les habían otorgado la ventaja de no tener que cruzarse con Brasil, el coco del otro grupo, donde Croacia había cumplido las expectativas siendo segunda tras la Canarinha. Así que el partido presentaba un pronóstico más que incierto. El músculo africano contra la clase croata. 

Dos goles en menos de diez minutos fue el exiguo bagaje de ciento veinte minutos de juego. Al gol de Suker, en el minuto 23, respondía en el 29 el senegalés Souylemne Camara. Y ahí se acabó todo. El resto del partido fue un toma y daca con más precauciones que otra cosa y finalmente todo quedó abocado a la tanda de penaltis. Empezó marcando el propio Camara, Boksic falló para Croacia y Sakho puso el 2-0. Suker acortó distancias y Diouf le iba a dar la oportunidad a Boban de igualar, en el tercer lanzamiento, a dos. El croata no falló y pasó la presión de nuevo a Senegal. El primer match-ball estaba salvado. Dos penaltis más anotados por bando (Amdy Fayé y Henri Camara para Senegal más Jarni y Olic para Croacia), mandaba la tanda a la muerte súbita. Bouba Diop mandaba el balón a las nubes dándole a Vranjes la oportunidad de meter a su selección en cuartos de final. El mediocentro croata no falló y los europeos se colaban en la siguiente ronda. El sueño africano había terminado.

Brasil - Estados Unidos. Los pentacampeones del mundo aparecían en las rondas eliminatorias como la más sólida, que no brillante, de las favoritas. Tras una primera fase impecable, llegaba el momento de empezar a refrendar su condición en los partidos sin vuelta, llegaba el momento de caminar por el alambre sin red debajo. Y lo cierto es que, por mucho que los norteamericanos lo intentaron, el partido no tuvo mayor historia. El abismo de calidad entre una y otra era tal que los yanquis en realidad jamás tuvieron opciones. Un tempranero gol de Ronaldo, en el minuto 8, abría el marcador para la verdeamarelha. Rivaldo ponía distancia de por medio 13 minutos después y con el partido sumido en el ocaso, a 12 minutos del final, Ronaldo anotaba de nuevo, su noveno gol en 4 partidos. 3-0 y Brasil que se presentaba en cuartos sin haber tenido que exigirse demasiado. Un arma de doble filo en un campeonato tan corto como un Mundial, donde el reposo es tan decisivo como la tensión competitiva.

El último día de la ronda de octavos iba a deparar dos duelos con un favorito bastante claro. Quizá no tanto como en el Brasil-Estados Unidos pero si muy definidos. 

Francia - Ucrania. Les bleus habían entrado en los octavos por la puerta de atrás, bordeando el drama durante 91 minutos y clasificados sólo gracias a un gol de Zidane en el descuento del último partido. Por suerte para ellos, su rival tampoco presentaba un expediente mucho más limpio. Ucrania llegaba con una sola victoria, frente a Túnez, y después de haber cedido dos empates ante España y Arabia. El partido respondió a lo esperado, esto es, dominio francés y rápidas contras de los ucranios comandadas por los incisivos Shevchenko y Rebrov. A la media hora Zizou adelantaba a Francia y así, con 1-0, se iba a llegar al descanso. Fue nada más reanudarse el partido cuando Giuly conseguía el segundo gol de la selección francesa. A partir de ahí el partido se murió. Francia controlaba a una rocosa Ucrania que sin espacios para hacer correr a sus puntas poco más podía ofrecer. Con 2-0 se llegaba al final del partido. Les Bleus estaban en cuartos, donde esperaba Croacia. Ucrania abandonaba el Mundial sin dejar nada reseñable en el camino.

La dramática e injusta eliminación de España en 2002 iba a ser vengada 4 años después
España - Corea del Sur. Dicen que la venganza es un plato que se sirve frío. Pues bien, España había esperado cuatro años este momento: vengar la dolorosa e injusta eliminación frente a Corea en el Mundial de 2002, cuando los asiáticos se sirvieron de su condición de anfitriones para obtener un más que dudoso pase a semifinales. Pero lejos de su tierra, sin Al-Ghandoures de por medio, los surcoreanos eran mucho menos. Y los españoles tenían sangre en el ojo desde hacía demasiado tiempo. Por eso el primer gol apenas tardó 7 minutos en llegar. Raúl culminaba un ataque español para adelantar a su selección. En el minuto 15, Vicente ponía el segundo. Pero España quería más. No quería el pase a cuartos. Pretendía borrar a Corea del mapa futbolístico. Así, al filo del descanso, Morientes hacía el 3-0. Poco importó que mediada la segunda parte los asiáticos, por medio de su estrella Park Ji Sung, acortaran distancias pues el cuarto gol llegó sólo 4 minutos después, cuando Raúl transformaba una pena máxima. Ya no hubo más. Saciada la sed de venganza había que empezar a guardar algo para cuartos, donde esperaba, ni más ni menos, que la todopoderosa Brasil.